Estoy sola en mi habitación, tengo ganas de llorar, gritar y salir corriendo para salvarte, pero me doy cuenta de que no puedo hacer nada.
Por mi egoísmo y mi orgullo no he ido a verte, no te llamado para ver como estabas y no me he preocupado por tu salud. Y ahora de repente empeoras sin saber que aquí hay alguien a quien le importas, pero su idiotez no te lo demuestra.
Seguramente esta es mi última oportunidad para darte las gracias por todo lo que has hecho por mi, todas las veces que me has cuidado de pequeña y decirte lo mucho que te quiero.
Aunque por tu enfermedad ya no me reconozcas y ya no sepas que soy tu nieta, la que tanto te admira.
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